Con la llegada del otoño son habituales las consultas sobre la caída del cabello. A pesar de que se trata de un proceso normal de renovación del pelo, muchas veces nos agobiamos pensando con la posibilidad de quedarnos calvos o de que nuestra melena no vuelva a ser lo que era…
La alopecia androgénica o calvicie común es el tipo de alopecia más habitual en la sociedad actual, sobre todo entre la población masculina, aunque también afecta a mujeres. Suele empezar a apreciarse en las entradas del cabello y la coronilla, y provoca una disminución tanto en la cantidad como en la calidad del pelo. Aunque puede comenzar en cualquier momento después de la pubertad, normalmente empieza al principio de la vida adulta y se hace evidente al llegar a los 30 o 40 años.
A pesar de tener un origen genético, que en nuestra familia haya antecedentes de calvicie no implica necesariamente que vayamos a sufrirla, pues hay una gran cantidad de genes implicados en la herencia de la alopecia. Por lo tanto, aunque la alopecia en nuestra familia puede ser un dato indicativo para conocer nuestra predisposición a sufrirla y ayudarnos a detectarla prontamente, no es un dato concluyente. Además hay que tener en cuenta que existen una gran variedad de factores externos que influyen a la hora de desarrollar alopecia androgénica: el estrés, los cambios hormonales, la vida sedentaria, los malos hábitos alimenticios y algunas enfermedades, entre otros.
¿Cómo se origina entonces la alopecia androgénica? Este tipo de alopecia aparece debido a la acción de enzima 5-alfa-reductasa sobre la testosterona, una hormona presente en hombres, en mayor proporción, y en mujeres. La enzima actúa sobre la testosterona y la transforma en dihidrotestosterona, que se adhiere al receptor y atrofia el folículo piloso, produciendo la debilitación y posterior caída del cabello. Así, notaremos cómo vamos perdiendo progresivamente volumen capilar y el pelo es cada vez más fino debido a la minimización de los folículos.
La alopecia androgénica es un tipo crónico de caída del cabello, pero sí que se pueden tomar medidas para frenar su avance y alargar el ciclo de vida del pelo. Por eso, es importante identificarla tempranamente y comenzar el tratamiento lo antes posible. Si bien no es posible recuperar los folículos que han dejado de funcionar, sí que podemos actuar sobre los folículos pilosos aún activos y revertir el proceso, favoreciendo el crecimiento y fortalecimiento del cabello. Para ello, es esencial ser constante y mantener un tratamiento continuado en el tiempo.
Hairgen Champú: Su novedosa fórmula combate la caída del cabello, dejando el cabello sedoso y protegido gracias al colágeno marino. Se recomienda su uso frecuente.
Hairgen Spray: Fortalece la raíz del cabello, aportando melatonina para estimular la fase anágena o de crecimiento del cabello. Se puede dosificar directamente en la zona deseada y es de fácil aplicación, pues no necesita aclarado ni deja residuos grasos. Se recomienda usar diariamente durante tres meses.
Hairgen Espuma: Especialmente diseñada para tratar la alopecia androgénica, es la única espuma anticaída del mercado. Se recomienda su uso tres o cuatro veces por semana durante periodos de tres meses.
Hairgen Cápsulas: Es un complemento nutricional con la concentración más alta de Saw Palmetto en el mercado. El Saw Palmetto actúa bloqueando la 5-alfa-reductasa y el receptor, así no se forma dihidrotestosterona y el bulbo no se atrofia, consiguiendo que el cabello crezca fuerte y sano. Está disponible tanto en formato de 30 como de 90 cápsulas, y se recomienda una cápsula al día durante tres meses.
Combinando estos productos de probada eficacia, los resultados son visibles en pocas semanas. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que algunos factores como el estrés, los hábitos alimenticios, la vida sedentaria, el uso de secadores y planchas, algunas infecciones, etc., también pueden influir en la pérdida del pelo. Aunque si te preocupa que se te esté cayendo más el pelo o has notado algún cambio sospechoso en la calidad o cantidad del cabello, ante la duda lo mejor es consultar a un especialista que elabore un diagnóstico y nos recomiende el tratamiento más adecuado.