La psoriasis más allá de la piel: consecuencias psicológicas.
Cuando hablamos de psoriasis nos referimos a una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que produce irritación y lesiones con escamas blanquecinas. Los síntomas de esta enfermedad suelen ser sequedad de la piel, picor, dolor y descamación. Es una patología que evoluciona por brotes, es decir, hay épocas en las que los síntomas remiten y otras en las que empeoran considerablemente. Pero esto son sólo los síntomas “visibles”, pues la psoriasis tiene un impacto en la vida cotidiana de los que la sufren que va mucho más allá de la piel. En primer lugar, cuando sufres una enfermedad de este tipo tienes que tomar más precauciones en lo que a hábitos de vida saludable se refiere, es decir, es importante no abusar del consumo de alcohol y tabaco, controlar el estrés, la obesidad, el metabolismo, etc., que son algunos desencadenantes de los brotes. Esto condiciona la vida de los pacientes, y nos lleva al otro problema de la psoriasis que tampoco tiene mucha visibilidad: las consecuencias psicológicas. Diversos estudios demuestran que la psoriasis afecta a la vida cotidiana de los pacientes y a sus relaciones sociales, familiares y a la vida en pareja. Esto se debe a que las lesiones psoriásicas muchas veces son visibles y por eso tienen un gran impacto psicológico, especialmente cuando se producen en la cara, las manos o la zona genital. También afecta a la vida profesional. Así, tiene una enorme repercusión en la vida de las personas que la padecen. Consecuencias psicológicas derivadas de la psoriasis. Estrés: La presión social por tener una buena imagen sumado al estrés de la enfermedad, hace que los pacientes normalmente sufran síntomas de estrés como irritabilidad, trastornos del sueño, problemas de concentración o nerviosismo. Además, el estrés suele empeorar la situación al provocar brotes psoriásicos, entrando en un ciclo difícil de romper. Baja autoestima: Hay un estigma social que ya de por sí rodea a muchas enfermedades dermatológicas, en este caso además la visibilidad de las lesiones cutáneas de la psoriasis en contraste con los estándares de belleza y de una piel perfecta de la sociedad actual hace que muchas personas que la sufran tengan baja autoestima y se sientan avergonzados e incluso inferiores. Esto se añade al hecho de que, aunque pueden mejorarse los síntomas, es una enfermedad que hoy por hoy no tiene cura, lo cual también suele producir ira y frustración. Todo esto se refleja en el estado de ánimo, llegando en ocasiones a la depresión. Aislamiento social: La baja autoestima y la vergüenza sumados al rechazo social que algunas personas con psoriasis han tenido que enfrentar, en muchas ocasiones provoca que se cohíban y dejen de hacer actividades que impliquen mostrar ciertas partes del cuerpo, como ir a la playa, a la piscina o al gimnasio. Así, terminan aislándose para evitar la vergüenza y el rechazo. Problemas en las relaciones íntimas: La baja autoestima, la vergüenza, las lesiones en zonas íntimas… todo ello repercute en la vida sexual de las personas con psoriasis, afectando a su estado de ánimo y, por tanto, a su actitud frente a las relaciones sexuales. Además. los brotes que afectan estas zonas pueden provocar dolor y picor, sobre todo al mantener relaciones. Todo esto hace que sea importante tener en cuenta la salud mental y psicológica de los pacientes, así como su adaptación social. Para ello, el primer paso es intentar buscar un tratamiento efectivo para los síntomas, pues al reducir los síntomas se consigue una sensación de control que es esencial para que la frustración y la ira disminuyan, e incluso para sentirnos más atractivos y más seguros de nuestra imagen. La buena noticia en este aspecto es que cada vez hay tratamientos más efectivos para la psoriasis que consiguen una gran mejoría de las lesiones. Bionatar Crema, por ejemplo, ayuda a reducir la inflamación de la piel y las escamas, disminuyendo el picor. Además, su formato de 75 ml te permite llevarla en el bolso o la mochila y aplicártela donde y cuando la necesites. Otro punto clave es afrontar la psoriasis con una actitud positiva y proactiva, dejando de lado los complejos. Intentar ser positivos nos ayuda tanto a nivel psicológico como físico, pues favorece que los brotes remitan y disminuye el estrés. La terapia psicológica enfocada en cambiar malos hábitos y los pensamientos negativos contribuye a mejorar nuestro estado físico y mental, ayudándonos a adoptar pautas de comportamiento responsables con la enfermedad, por ejemplo, evitar rascarnos o procurar tener una alimentación sana. Por otro lado, hablar de la psoriasis y compartir nuestros sentimientos y necesidades con nuestra familia y amigos también puede ser de gran ayuda. Explicarles cómo queremos llevar el proceso de adaptación y aceptación de la enfermedad les ayudará a saber cómo actuar y acompañarnos, evitando situaciones incómodas. Además, hablar de la psoriasis le da visibilidad y ayuda a sensibilizar a la sociedad, lo cual es esencial para conseguir que la gente la conozca, sepa que no es contagiosa y evitar en mayor medida el rechazo social. Por eso, si tienes algún familiar, amigo o conocido que padece psoriasis, es muy importante que conozcas y seas consciente de lo necesario que es el apoyo social y familiar para superar las consecuencias psicológicas de esta afección. No es una enfermedad contagiosa, así que no hay ninguna razón para el rechazo. Es más, la comprensión de todos y el sentirse aceptado sí que puede marcar la diferencia en la vida de esa persona.